UNKNOWN. Cuentos del Cafetín de San Antonio.

viernes, 4 de junio de 2010 8 comentarios en el nido




Autor: Xibeliuss










A Begoña le gustaba contemplar el ocaso apoyada en la puerta su cafetín. Los brazos cruzados, un cigarrillo en los labios. Entornados los ojos, quizás por el humo, quizás por la nostalgia de una tierra demasiado lejana. Había llegado a San Antonio de Príncipe, ya hacía unos cuantos años, siguiendo a un hombre que le prometió la luna y le entregó una despedida a la francesa. Algún día volvería a su rincón junto al Mediterráneo. Pero no sería viajando al norte: eso supondría casi una retirada y no podría aceptarlo. Nunca, ni para tomar impulso, un paso atrás. Su plan más querido era partir, un atardecer como aquel, en un barco de velas blancas por la senda que el sol marca sobre el ecuador cada tarde. Navegar los siete mares y llegar al pueblo con el alba apenas apuntando en su espalda. Portadora de luz, esperanza de un nuevo día.

Begoña sonrió al ver a los cuatro hombres atracar la zodiac en el muelle y subir los escalones hacia el cafetín. Puntuales como el mismo atardecer. Faltaba el griego Andreas: a él le tocaría la guardia de esa noche en “El Halcón”.

Boas tardes, miss Begoña. ¿Puso vinho verde a refrescar?
¿Qué, si no? Y al fuego, café negro como el alma de un marinero.

Todos sonrieron ahora. Cada día repetían las mismas frases, un ritual que marcaba el inicio de las horas más placenteras de la jornada. Begoña sirvió los vasos, puso un disco de Cesaria Evoria en el equipo y se sentó con ellos a la mesa.

Y entonces... ¿ha sido productivo el día?
Por supuesto, miss. Un día más, un dólar más.

Los cuatro, más el ausente Andreas, formaban la tripulación de “El Halcón”, una pequeña corbeta que recorría desde unos meses antes las aguas de Santo Tomé y Príncipe, en teoría rodando un documental sobre las aves acuáticas de las islas. Fue precisamente Dieter, el viejo capitán que siempre iniciaba la conversación, el primero en descubrir el cafetín de Begoña. Regresaba de solventar ciertos papeleos en el puerto cuando vio a aquella mujer, cigarrillo en los labios y la mirada perdida más allá del horizonte. No fue su belleza, que la tenía, lo que atrajo su atención sobre ella, sino esa estampa de mujer sabia, vivida. Pidió un vinho verde y las horas les volaron hablando de todo, de nada. La noche siguiente volvió con su tripulación. Y la otra y la otra y aquellos cinco hombres cayeron bajo el embrujo de la española de los ojos grises; cada uno por una razón distinta, y ella, siendo sólo una, también era todas las mujeres que ellos imaginaban.

Para Dieter, el capitán, el holandés que nunca regresó a su tierra, era la hija que no conoció. Para Andreas, aquel que, según Begoña, su perfil delataba que en otra vida navegó junto a Ulises, era la pasión absoluta y salvaje. Marcos también estaba enamorado, pero el suyo era un amor como la lluvia dulce de primavera en Santiago y pasaba las horas componiendo en su cabeza -nunca en papel- poemas como los que ya había escrito Rosalía. Para Phineas era su compañera de juegos y Simao, el único africano de la partida, quería ser como ella: andar como ella, reír como ella, amar como ella.

Un grupo tan dispar no es algo especialmente extraño en la mar, como pueda parecer tierra adentro: cualquier marinero con algunos años de experiencia habría pasado por situaciones similares. Dieter los había seleccionado de manera casi puntillosa para cumplir el encargo de sus armadores, una esquiva sociedad anónima con sede en cualquier paraíso fiscal. Buena paga y confidencialidad absoluta, porque lo cierto era que “El Halcón” sólo prestaba atención a las gaviotas cuando una patrullera andaba cerca. Su objetivo real dormía en algún ignoto lugar del fondo de aquellos mares: el “Sao Miguel de Évora”, un galeón que partió del puerto de Lisboa en 1465 con destino a las Indias, cargado de monedas de oro con las que pagar las preciadas especias de oriente. Nunca llegó. La misteriosa sociedad anónima estaba convencida de que una tormenta lo hizo naufragar cuando buscaba refugio en las islas de Santo Tomé y Príncipe.

Begoña era consciente de que los hombres no le contaban toda su verdad. No le importaba un ardite. Ella tampoco lo hacía. Nunca mencionó su hastío por un trabajo de ocho a cinco, por relaciones baratas con derecho a caricias; de la fácil presa que fue para el embaucador de mirada huidiza... que la engañó porque ella necesitaba ser engañada. No. Begoña, como una hechicera, urdía en el puchero de negro café historias de un pasado mítico, tal vez irreal, que hacían soñar a esos hombres tanto como a ella misma. Y cada uno la veía como quería verla y ella era todas y no era ninguna, pero podía serlo, y regresar después a casa con la aurora en la espalda iluminada como Venus al nacer entre la espuma del mar.

Miss, queremos que sepas que estamos muy disgustados –dijo Phineas, apenas Begoña se sentó a la mesa- Sabemos que nos engañas.
Ella enarcó las cejas
¿Sí?
¿Recuerdas lo que nos contaste la otra tarde sobre esa amiga tuya que vivía con un dragón?
Claro. ¿Cómo no?
Pues trasteando por Internet, Marquiños ha encontrado el blog de donde sacaste el cuento.
Begoña rió abiertamente, una risa que cada uno de los hombres interpretó según sus sueños
¡Vaya! ¿Y cómo sabéis que quien lo ha escrito no es mi amiga, como dije?
..
Entonces, si pensáis que es mentira, tampoco querréis saber lo que le pasó cuando vivió en el Japón medieval...
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Si queréis entender el sentido de este relato, enlazad con: "UNKNOWN". Ese país desconocido. (El Espíritu del Halcón). Todo un mundo puede abrirse a partir de entonces...gracias a Xibeliuss.

Xibeliuss: Días en Sanabria, Igual te interesa.

Carolina, El Halcón.

8 comentarios en el nido:

  • Carolina dijo...

    Este magnífico cuento, si me lo permitís, dejando a parte lo mucho que me gusta, me lo tomo como algo personal y como muestra del cariño que, siento, tiene el autor hacia mis historias y lo que yo escribo.
    Eres magnífico, Xibeliuss, como escritor, pero algunos quizás no saben, es que eres aún mejor persona.
    Debemos ponernos en serio con esta historia...quizá en tus manos podría llegar a ser un "best seller".
    Besos grandes, samurái, que sin tí, no soy nadie.

  • Carolina dijo...

    Por cierto! que se me olvidó decirte que si lo publicas en tu blog, más pronto llegará a ser "best seller", jaja!
    Besos mil de El Halcón, corbeta, bucanera y lo que haga falta!

  • Sidel dijo...

    Estupendo relato, si es que soys geniales, tu carolina por pensar en esas personas que aunque estén lejos y sean desconocidas te visitan y a Xibelius por elaborar esta historia a partir de una realidad, me gusto mucho. Besotes

 

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