HACHIKÔ. La conexión en el Círculo de la Vida

miércoles, 7 de octubre de 2009 4 comentarios en el nido


















Hachikô fue un perro japonés perteneciente a la raza Akita, el cual nació un día de Noviembre de 1923 en la ciudad de Odate (Prefectura de Akita, Japón). En 1924 fue trasladado a Tokio por su amo, Eisaburô Ueno, un profesor del departamento de agricultura de la Universidad de Tokio.
Desde la Prefectura de Akita hasta la estación de Shibuya viajó durante dos días en tren, metido en una caja. Cuando fueron a recogerlo los sirvientes del profesor, éstos creyeron que el perro estaba muerto.
Sin embargo, cuando llegaron a la casa, el profesor le acercó un vaso de leche y el perro se reanimó. El profesor lo cargó en sus brazos y notó que las piernas delanteras estaban levemente desviadas, por lo que decidió llamarlo Hachi (ocho en japonés), por la similitud con una de las partes del Kanji (caligrafía japonesa) que representa al número ocho.

El perro estaba destinado a la hija del profesor, pero ésta pronto se marchó de casa para casarse, y el destino del animal era ser regalado. Pero el profesor se encariñó con el animal, y entre ambos se estableció un enorme vínculo de cariño y respeto mútuo.

Hachikô (que significa "El Perro Fiel"), saludaba al profesor todas las mañanas desde la puerta principal y le despedía en la estación de Shibuya. Al final del día, el animal aguardaba su llegada en la misma estación para ir juntos a casa.

Pero Ueno murió en Mayo de 1925. Aún así, Hachikô iba todos los días a esperarlo a la estación, y lo hizo durante diez años, hasta que el animal murió, fiel a su amo y a la amistad que los unía.


La devoción que Hachikô sentía hacia su dueño fallecido, conmovió a todo aquel que se acercaba a la estación de tren, apodándole "El Perro Fiel".


En abril de 1934 se erigió una estatua para homenajearlo en la estación de Shibuya, cuando el perro aún vivía. La estatua, de bronce, fue utilizada durante la Segunda Guerra Mundial por cuestiones de necesidad, pero se erigió una nueva en 1947, que aún permanece y es un lugar de encuentro muy popular.

También hay una estatua similar en Odate, delante de su estación, y hay otra más, junto con su amo, en el parque Ueno.

Hachikô murió de filariasis en marzo de 1935. Sus restos disecados se encuentran en el Museo de Ciencias Naturales de Ueno (Tokio).




Nota de la autora: Esta es una de las muchas historias sobre la conexión natural entre hombres y animales. Es una historia muy conocida en Japón, pero cuántas hay anónimas, que no llegan a conocerse y que ocurren todos los días.

Para mí este es un claro ejemplo de la conexión que existe entre todos los seres vivos que pueblan la Tierra. Es evidente, que establecer una conexión con el Hermano Perro es fácil, puesto que se trata de un animal doméstico, próximo al Hombre. Pero pocos logran la conexión en la que hombre y animal se acercan tanto que son capaces de dar su vida por el otro. El perro lo ha demostrado miles de veces.

Es cierto. Pero no lo es menos que una mala enseñanza o adiestramiento pueden hacer del perro un animal difícil de manejar, todo depende del espíritu de su dueño. Por el contrario, conozco experiencias de gentes que han sido capaces de vivir y establecer vínculos extraordinarios con animales considerados "salvajes" como tigres, leones, gorilas, serpientes y que han crecido, los han estudiado durante toda su vida -Jane Goodall y los chimpancés-, han convivido con ellos e, incluso, han muerto por ellos -Dian Fossey y los gorilas...-


El vínculo está ahí, existe, y la conexión también. El Círculo de la Vida es poderoso y sigue manifestándose en cada minuto de nuestras vidas.

Sólo debemos escucharlo...
Larga vida, Hermano Perro...
Carolina, El Halcón.



Sobre la historia de Hachikô se han realizado dos films: Hachikô Monogatari, película japonesa, y una versión reciente, norteamericana, con Richard Gere como el profesor Ueno: Hachikô, a Dog's Tale.











4 comentarios en el nido:

  • Noelia Márquez dijo...

    Me encantó la história!! Y no es la única!! No hace mucho se escuchó otro caso de un perrillo que esperaba a las puertas del hospital a que saliese su dueño. Peor éste ni comía.

  • Arwen dijo...

    Una historia muy conmovedora y para pensar mucho, los animales son mejores que nosotros los humanos pero con diferencia...hay muchos casos de haber salvado vidas y a sabiendas que ellos iban a perecer...precioso de verdad amiga mia...
    quiero darte las gracias por el apoyo a la situacion que estamos viviendo muchas familias españolas, eres un cielo, besitossssss

  • La Bruja de Clarà dijo...

    Una vez más, compartimos opiniones. Doy fé de esa conexión entre personas y animales de la que hablas. Te podría explicar mil historias entre mi perro y yo y haría un comentario más largo que El Quijote. Pero no, no te asustes. Sólo referir una vez que me dio una bajada de tensión cuando lo paseaba allá por Sancu. Max debió intuirlo porque puso sus patas delanteras en la parte superior de mi pecho y con suavidad me empujó hacia la pared. Mientras yo permanecía apoyada intentanto recuperarme él montaba guardia y lamía mis manos como para tranquilizarme. Solo quien ha tenido un perro sabe la maravillosa relación que se puede llegar a tener con ellos. Un abrazo y a ver si quedamos para ese cafelito.

  • Sidel dijo...

    La verdad es que los perros en mi opinión muchas veces dan mucho pero reciben poco, yo intento tratar a mi mascota, ya sabes que es un gato, de la manera más humana posible pero siempre respetando su origen animal, porque por ejemplo a mi me encanta achucharlo pero el solo quiere por la noche, trato de convivir a gusto de todos, jeje. Una historia muy bonita y esa raza de perro me encanta. Besos.

 

©Copyright 2011 Carolina Márquez Rojas | TNB